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Golondrina, 'Oreneta' en valenciano: «pájaro muy común en España desde principio de la primavera hasta fines de verano. Consideradas portadoras de buena suerte, alegría, esperanza y protección». La combinación de un sueño con una pasión ha dado sus frutos en la avenida de las Artes, 87, en Salamanca, con Oreneta Circo. Un nuevo espacio donde volar y sentirse libre como una golondrina es posible.
Hace cinco años, María comenzó a impartir clases de acrobacia aérea. Lo que empezó como un hobby se convirtió en su vocación: enseñar. Con formación en educación infantil y primaria, y una creciente demanda de alumnado, decidió dar un paso más. Así nació Oreneta Espacio de Circo, un lugar único en Salamanca donde el cuerpo vuela, se expresa y se fortalece.
Oreneta no es solo un espacio para practicar circo; es una comunidad donde el aprendizaje, la creatividad y el juego se entrelazan. Las clases están pensadas para niños, adolescentes y adultos de todas las edades, y se adaptan a distintos niveles de experiencia.
Los alumnos entrenan con diferentes aparatos: telas aéreas, trapecios, aros, straps, cuerda lisa, bancos para hacer pinos, palos y platos chinos, pelotas, monociclos, malabares y más. La actividad regular se concentra entre septiembre y junio, aunque este verano también habrá un campamento para niños y clases para adultos durante julio.
Uno de los aspectos que más destaca María es el valor educativo del circo. «Aunque no es un deporte al uso, el cuerpo está en constante movimiento. Hay coordinación, lateralidad, desarrollo motriz y creatividad. Para los niños, es una forma de hacer ejercicio sin sentir que están 'haciendo deporte'».
En los campamentos, las mañanas se combinan con manualidades, creación de elementos circenses con materiales reciclados, y momentos para desarrollar números artísticos. De vez en cuando, los más pequeños presentan actuaciones en clases abiertas para mostrar a las familias todo lo aprendido.
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Las clases se trabajan en grupo, fomentando la colaboración y la observación entre compañeros. Algunos elementos como los straps o la cuerda lisa, más complejos, se practican de forma individual. Además, el espacio organiza talleres intensivos los fines de semana con artistas invitados de otras ciudades o países, y una vez al trimestre, se imparten workshops con profesionales externos.
El local de Oreneta se divide en distintas zonas: una para almacenar material y realizar estiramientos, otra para los entrenamientos con elementos aéreos y de equilibrio, y una zona chill out, con sofás hechos de palés, pensada para el descanso entre clases.
María destierra la idea de que el circo es solo para personas jóvenes o extremadamente ágiles. «Es accesible para todos, a cualquier edad. No se trata de exigirse ni de competir, sino de disfrutar del proceso y del cuerpo en movimiento. Cualquiera puede aprender aquí sin límites». Y lo resume en dos palabras: comunidad y aprendizaje.
El nombre del espacio tiene una historia íntima. «Oreneta» significa «golondrina» en valenciano. Durante un confinamiento por la pandemia, el día de su cumpleaños, los padres de María le regalaron una golondrina desde la terraza. «Siempre me identifiqué con la forma de vida de estas aves», cuenta. La idea de llamar así a un futuro espacio surgió casi como una broma durante una conversación entre amigas. Un dia se le ocurrió tatuarse el nombre de Golondrina pero en castellano no resonaba mucho y, hablando con su amiga, de Valencia, se le ocurrió escribirla en valenciano «oreneta». «Nunca pensé que ocurriría, pero ahora tiene todo el sentido». El logo representa esa idea: una golondrina de grandes alas volando entre las carpas del circo, con los colores azul y naranja característicos.
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